¿Cuántas veces decimos al día “cómo me gustaría estar durmiendo en casa”? De hecho, se hace viernes y ya suspiramos de alivio: “voy a dormir todo el día”. Bueno, en esta película, dormir es un trabajo. Y no lo digo como algo que cuesta, sino algo por lo que te pagan: un verdadero trabajo. Ideal, no? Bueno, no tanto…prefiero esperar con ganas al viernes a tener que bancarme lo que les pasa a Di Caprio & Co. en “El origen” (para los yanquis, “Inception”).
En una época que tranquilamente podría ser la nuestra, un grupo de personas se dedica a explorar los sueños ajenos en búsqueda de aquellos secretos que no se esconden en cajas fuertes. Sí, así como leen. Para eso, secuestran al soñador, lo drogan y todos se conectan en el mismo sueño. Una vez adentro, comandan el curso onírico y recorren un laberinto ya programado con el fin de llegar a un dato anticipado en la vigilia. Así de loco como leen… Retorcido y todo, esta película está muy buena. Sigan leyendo, les prometo que van a correr a verla.
Dom Cobb ( Leonardo Di Caprio) es un arquitecto que se dedica a navegar los sueños con el fin
de robar ideas que, aplicadas, se traducen en dinero. O sea, si lo queremos poner en términos comunes, sería un ladrón, chorro, ratero o como quieran llamarlo. Para eso, se rodea de un equipo de técnicos que se encargan de dormir a las víctimas y despertar a los soñadores. Es muy útil el método para despertar de los sueños: sensación de caída, infalible. Hay otra posibilidad: morir o ser asesinado en sueños, no tan infalible.
Dom, aparte de ser ladrón de sueños, es un exiliado de su país. Al principio sólo sabemos que su padre le recuerda que no puede volver al país porque lo busca la policía. Más tarde, nos enteramos que en EE.UU está acusado de haber asesinado a su mujer. No cuento el lío que es esa historia, pero sí tengo que contar que en la primera media hora de película, Dom decide dejar este “trabajo” para poder volver a su casa. Para eso, debe hacer un último trabajo, quizás el más difícil. Si la tarea común era “sacar un idea de la cabeza”, este último encargo consistía en “plantar una idea en la mente”. Todos se miran con cara de Juan Carlos Pelotudo, como diciendo “es imposhible, qué me estás pidiendo?”. Pero al final aceptan, ya que la paga, en caso de cumplirse, era alta.
El equipo, que ahora sólo estaba conformado por los personajes de Di Caprio (Dom) y Gordon-Levitt (Arthur), recluta a 3 miembros más: Ariadne (Ellen Page) una joven estudiante de arquitectura, Eames (Tom Hardy) un falsificador de apariencias (sí, eso) y Yusuf ( Dileep Rao) un especialista en alquimia o simil que tiene un poderoso narcótico para hacer el sueño más duradero. A su vez se une al viaje el empleador, Saito (Ken Watanabe), para asegurarse de que están haciendo bien las cosas.
¿La tarea? Convencer al heredero de una importante empresa ("Robert Fischer" interpretado por Cillian Murphy) de no seguir con el negocio de su moribundo padre. Todo se planea minuciosamente, pero a la hora de entrar al sueño de Fischer, aparecen todos los elementos que Freud utilizaría para describir un sueño…Por este motivo, el plan perfecto se despedaza y empiezan a improvisar. Casi que decanta la pregunta, pero ¿cómo no improvisar en un sueño? Ellos, especialistas en sueños, acostumbran a planificar no a improvisar. Pero dentro de estas producciones orníricas se cruzan con unos rudimentarios “mecanismos de defensa” y para colmo, se atraviesa el mismísimo inconsciente de Di Caprio! Y ahí se va todo al carajo…porque lo que Dom no dijo es que el recuerdo de su mujer Mall (Marion Cotillard) lo acecha en sueños y no es precisamente una dulzura de mujer. Así que el completo equipo de soñadores está bajo doble amenaza: las defensas de la víctima y un recuerdo bañado en neurosis de Dom. Y el plus es que si en este sueño morís, en vez de despertar, quedás en estado vegetativo…o loco ¡Corre la envidia!
Esta es una excelente película de suspenso, ya que no sólo te quedás expectante las dos horas y media de duración, sino que ni siquiera podés disfrutar de un final resuelto… Por lo cual, tu cerebro tiene trabajo asegurado.
Llamativamente, no entran en los diálogos los psicólogos, pero sí los arquitectos… En fin, como
nos dejaron afuera del banquete, criticamos el menú jaja. Así que tengo que decir que esta película trata de la locura, más allá de su fachada futurista. Podríamos hablar de los efectos colaterales de un trabajo poco común, pero yo diría que en el centro está el mismo mecanismo: escaparse de la realidad, a un mundo donde lo ideal está al alcance de la mano. Claro que esto es la versión hollywoodense, porque todos hemos experimentado las pesadillas. Retomando, el hecho de recurrir a la fantasía aporta un dato: la realidad es intolerable, hiriente, insufrible…o al menos dista de lo que queremos vivir. Y eso es lo que le pasa a Di Caprio y luego a su mujer. Se tornan una suerte de adictos a la vida de ensueño. Cuando vuelven a la realidad, la mujer sufre un gran conflicto y ya no reconoce como real ese mundo, sino el otro, el de los sueños ¿Y cómo hay que hacer para ir allá? Habrá que salir de ese sueño que no cree real….y cómo les dije que se hacía para salir de los sueños? Con esto, ya tienen media película adentro.